Cuando el conjuro rompa su cascarón,
se respirarán aromas de renovación,
regocijando a todo corazón.
La exhausta rutina dejará su afán y ofuscación.

Bandada en fuga atravesando la ilusión,
desvaneciendo caminos de recuerdos,
descartando desencantos, sufrimientos.

Cual valiente a pesar de desahuciado,
tapa los quejidos con su mismo dolor.
El cuerpo sabe de la inmortal alma
y esa conciencia hace exorcismo a tal maldición.

Cosa fascinante y a la vez aterradora,
la esperanza abrazada al terror,
avisos de guerra, silencio de tregua,
derrotas guardando un dulce sabor.